Un estudiante de sexto semestre de física de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Yair Israel Piña López, quien se convirtió a sus 20 años en el investigador más joven de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), ahora será parte de tripulación 180 en la Estación de Investigación del Desierto de Marte. (The mars desert research station)

Por su excelente expediente académico, el joven estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) participará del 29 de abril al 14 de mayo en una misión de trabajo en la que estará bajo condiciones similares a las del planeta rojo. Esta estación, establecida y operada por la Sociedad de Marte para promover la exploración y el asentamiento de dicho planeta, se ubica en el desierto de Utah, en Hanksville, Estados Unidos.

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Debido a la similitud del desierto del sitio referido con el terreno del planeta rojo, se desarrollan tácticas y se estudia el terreno, mientras que todas las exploraciones exteriores se hacen con trajes espaciales y tanques de oxígeno. Además, el personal vive en una pequeña base de comunicaciones con limitaciones de electricidad, comida, oxígeno y agua, pues todo lo necesario para sobrevivir debe producirse, arreglarse y reemplazarse ahí mismo. Yair compatirá la misión con otros cinco tripulantes.

Gracias a su trabajo sobre el desarrollo de materiales con propiedades termoluminiscentes para la medición de radiación en el espacio, Piña López fue aceptado por la NASA como estudiante-investigador. En 2015 fue aceptado para intervenir en el programa Orión de la NASA, y a la par formuló su primer artículo científico referente a dosimetría espacial (medición de la radiación en el espacio). Además, fue llamado a integrarse al “Project Pilot Manager” en la Universidad de Samara, Rusia, para desarrollar un componente satelital y medir la cantidad de iones en la ionósfera.

Cursó los estudios equivalentes a la secundaria en el sistema de Iniciación Universitaria, que se imparte exclusivamente en la preparatoria 2 de la UNAM. Desde entonces empezó su interés por las ciencias. Para ello fue pieza clave el consejo de su abuelo materno, Alberto Israel López Negrete, ya fallecido, quien fue su guía y consejero para que se acercara a esas disciplinas. Su madre fue fundamental para que Yair se apasionara por la física. Un día lo retó y le dijo que le demostrara que era bueno para el estudio de esa disciplina. Fue así como el joven comenzó a desarrollar un detector de radiación ionizante de partículas cargadas.

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Con el paso del tiempo y el apoyo de la Facultad de Ciencias y el Instituto de Ciencias Nucleares mejoró esa innovación, gracias a la cual fue seleccionado para sumarse al proyecto de la Sociedad de Marte, los experimentos que tendrá a su cargo son, entre otros, un protocolo para determinar la radiación en ambientes marcianos, que servirá de ayuda para los futuros astronautas en Marte (cuya misión tripulada podría darse entre 2030 y 2033).  Junto con sus compañeros de misión, realizará caminatas con los mismos vehículos y trajes especializados que se utilizarían en Marte para efectuar una verdadera simulación, enfrentándose a temperaturas menores a los 10 grados centígrados, poca agua y escasos alimentos.

En el planeta rojo, dice, se recibe un tercio más de radiación que en la Tierra, debido a que esa atmósfera es más delgada. El constante trabajo lo ha llevado a donde está. En cuatro meses el joven se volvió famoso y en la UNAM algunos lo llaman “el rockstar de la aeronáutica”. Apenas en octubre fue electo por la NASA como estudiante-investigador.

Después de publicar un artículo en la revista científica Journal of Physics. La Universidad de Samara en Rusia buscó al joven mexicano para desarrollar un componente satelital, que le permitió realizar estudios en aquel país.

Su investigación sobre radiación en el espacio, se realizó en la unidad de irradiación y seguridad radiológica, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), donde observó el comportamiento de la radiación y la afectación que ésta puede generar en la salud de los astronautas.  Para contrarrestar cualquier afectación, López propuso un detector activo para diversos tipos de radiación como uranio natural y estroncio 90. El primero significa un riesgo para la salud de la persona, debido a que su exceso puede ocasionar la muerte por envenenamiento, así como interrumpir el funcionamiento de las células, generar cáncer y mutaciones genéticas. También advirtió riesgos por altos niveles del compuesto Estroncio 90, que  puede generar afectaciones de crecimiento en los huesos y puede afectar su función; así como la piel, los ojos y el corazón.