Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea Mexicana se vería fortalecida con un escuadrón de pelea completamente operativo y con la experiencia en combate adquirida en el teatro de operaciones del Pacifico, por el legendario Escuadrón 201.  Siendo esta la primera vez que la FAM contó con un escuadrón de pelea de peso completo en la figura de los 25 aviones P-47D que llegaron nuevos a México después de la conflagración mundial. Para 1957 sólo quedaban 9, por lo que se debía pensar en un reemplazo, y aunque hubo interés por adquirir el P-51 Mustang, el reemplazo seleccionado fue el entrenador avanzado T-28 Trojan. Aunque la adquisición de los T-28 parecía una decisión lógica para substituir a los aviones AT-6, no lo era con respecto a sustituir al P-47D del Escuadrón 201, lo que resultó en un retroceso de fuerza militar.

Tristemente en el transcurso de los meses posteriores se confirmaría lo anterior ya que el 31 de diciembre de 1959 cazas P-51 Mustang de la Fuerza Aérea Guatemalteca atacaron pesqueros mexicanos llegando ambos países al borde de la guerra.
Es evidente que la corta distancia entre la frontera con México y las principales bases y ciudades guatemaltecas favorecían una victoria relativamente fácil para los mexicanos, además Guatemala carecía del equipo e infraestructura militar para sostener un conflicto con su vecino del norte. Finalmente la larga tradición diplomática de México se impuso y el diferendo se soluciono.  Después la FAM se  abocó a la tarea de adquirir aviones de combate adecuados para contrarrestar a los Mustang, comprando los primeros aviones a reacción para la FAM, en la forma de los cazas deHavilland Vampiro con los que se creó el Escuadrón Aéreo Jet de Pelea 200, también se adquirieron 15 aviones entrenadores a reacción Lockheed T-33 que integrarían el Escuadrón Aéreo Jet de Pelea 202.

Desgraciadamente los Vampiros prestaron servicio por muy corto tiempo, debido a algunos accidentes fatales y a su pobre desempeño mostrado contra los T-33 en combate simulado y fueron retirados del servicio en 1967. Así que la lección de 1959 se olvido pronto porque al desactivarse los Vampiros no se conto con algún otro avión para su reemplazo. Durante un largo periodo de 15 años México no conto con aviones para la defensa del país, siendo esta función asumida parcialmente por los entrenadores jet Lockheed T-33, hasta el año de 1982.

Aunque desde 1973 la FAM había estado buscando nuevos aviones de combate, la falta de presupuesto hizo que la defensa aérea del país estuviera descuidada hasta 1981, cuando el presidente López Portillo como parte de la bonanza petrolera, autorizo la compra de un escuadrón de aviones interceptores con sus respectivas refacciones y entrenamiento.
Por fin el 10 de agosto de 1982 los primeros aviones supersónicos con bandera mexicana, llegaron a la Base Militar de santa lucia para integrarse a la flota de la Fuerza Aérea Mexicana, se trataba de los entonces tecnológicamente avanzados Northrop F-5E/F, las dos primeras aeronaves un biplaza F-5F matricula  4501 y un monoplaza F-5E matricula 4001 llegaron nuevos de fabrica después de una escala técnica en la Ciudad de la Paz, Baja California Sur; tripulados por los primeros pilotos mexicanos entrenados para volar estas veloces aeronaves.
Durante los últimos años la defensa del espacio aéreo mexicano ha recaído en los pilotos y maquinas del Escuadrón Aéreo 401, pero después de casi 35 años de servicio de este caza supersónico, la FAM vuelve como en 1967, a encarar el hecho de quedarse sin aviones de pelea al no existir un plan estructurado para un posible reemplazo. Situación no muy alejada de la realidad ya que después de la desactivación del entrenador jet T-33, la FAM continúa sin un avión similar que lo reemplace, como el Yak 130 o el coreano T-50, haciendo que se acumule una pesada carga para los recursos de la SEDENA y del país. Aunque el futuro los F-5E es incierto no se debería pensar en su desactivación sin valorar los muchos beneficios que traería una posible modernización.
El legado de los aviones F-5E/F mexicanos se puede ver desde distintos ángulos ya que han contribuido a la seguridad externa e interna del país, han entrenado a cinco generaciones de pilotos y han contribuido como espina dorsal del arma de caza de la Fuerza Aérea Mexicana, pero  el tiempo reclama su uso y el F-5 no es ahora la aeronave que pueda cumplir con los requerimientos de la defensa mexicana del siglo XXI.

Como hemos visto en los casos de nuevas adquisiciones de países similares a México como Chile y Brasil que tardaron varios años en concretar la llegada de sus respectivos aviones de combate, es importante para la FAM definir ya las características básicas de la aeronave que mejor se  adapta a las necesidades de esta fuerza, un plan estructurado para su incorporación e iniciar el proceso de adquisición, ya que este suele demorar varios años, con la finalidad de cumplir con los tiempos previstos en el plan 2030 que plantea la adquisición de 24 aviones interceptores en el año 2024.
A continuación nuestro vídeo

https://youtu.be/OHBDyJTEDsk