Por Ihuitl Maldonado G.

En una época en la que las redes sociales han invadido el mundo de la comunicación, se hace necesario el ser objetivo y si se decide participar en estas, mantenerse bien informado, ya que de lo contrario al emitir una opinión no fundamentada se cae en la desinformación motivando comentarios que lejos de aclarar enredan las cosas y confunden a otros.

El día de ayer en la Base Aérea de Santa Lucía, Estado de México, todo iba de acuerdo a lo programado durante las prácticas de vuelo para el  7º. Espectáculo Aéreo, de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) del próximo 26 de agosto, cuando desafortunadamente dos aeronaves Beechcraft T-6C colisionaron en vuelo con la consiguiente caída de las aeronaves sin lamentar pérdidas humanas.

Yo no me encontraba en el lugar y tras el primer llamado telefónico informándome del incidente, comencé a buscar datos en la súper carretera de la información, algunos llegaron solitos, prácticamente de inmediato aparecieron videos, fotografías y comentarios al respecto y fue en ese momento en que me di cuenta del tamaño de mi ignorancia; junto a las fotografías y videos, los usuarios del internet vertían sus propias opiniones y comentarios, algunos con cierto grado de conocimiento pero otros criticando duramente el porqué México tenía aviones viejos, pilotos con pésimo grado de entrenamiento o bien porque no intentaron salvar la aeronave y prefirieron eyectarse, incluso alguien cuestionaba al actual presidente, Peña Nieto, del por qué permitía esta clase de tragedias al no adquirir material de última generación o que si los pilotos se encontraban usando el celular.

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Haciendo una pausa, esboce una leve sonrisa ante tales comentarios; pero esa sonrisa se esfumo al recordar todos los comentarios que sobre diversos tópicos había leído en internet, Facebook, twitter, etc, y que en un momento dado había tomado como buenos, pues se trataba de temas de los cuales no tengo un conocimiento pleno y que al tomarlos como referencia emitía datos falsos en algunos de mis artículos creando opiniones erróneas, de allí es que pensé en escribir, dando un giro distinto al habitual pero no perdiendo el punto de vista aeronáutico.

Partiendo de lo anterior y en un ejercicio analítico comencé a desarrollar las primeras ideas  de lo que ahora escribo; en principio debo aclarar que a pesar de que nos encontramos en la era del motor a reacción en las aeronaves eso no significa que cualquiera de ellas impulsada por una hélice, no tiene que ser vieja u obsoleta, por el contrario los aviones entrenadores (como es el caso) requieren este tipo de motor ya que les proporciona un alto grado de maniobrabilidad durante el adiestramiento, además el Texan II es un avión de reciente ingreso a las filas de la Fuerza Aérea por lo que las unidades se encuentran en perfecto estado operativo y distan mucho de ser viejos como se ha expresado, así mismo debemos considerar que como parte de la formación de un piloto militar se encuentra la acrobacia, la cual le permite dominar el equipo plenamente para poder llevar a cabo el mejor desempeño posible.

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También se debe tomar en cuenta que estas aeronaves han sido diseñadas para una misión específica, que a diferencia de los aviones comerciales que despegan, vuelan recto y nivelado y aterrizan, son sometidos a maniobras de alto grado de riesgo simulando las condiciones que operativamente pueden encontrarse, recordemos que son aviones militares diseñados y construidos para ese fin; si bien los accidentes aéreos son eventos que no se desean en lo absoluto, las aeronaves militares sufren un alto índice de accidentes en todas las fuerzas aéreas del mundo; por otro lado se encuentra el entrenamiento de los pilotos militares, personajes que son adiestrados con un régimen que alcanza prácticamente la perfección, sus manuales y procedimientos de entrenamiento logran una integración piloto-aeronave como si se tratase de un solo ente, precisamente con la finalidad de que la misión que lleven a cabo sea desarrollada adecuadamente reduciendo la posibilidad de falla y fracaso de la misma, que al final es lo que se persigue.

Posteriormente  observando los videos que circulaban en la red, mi mente giraba sobre lo que estaría ocurriendo en la cabina del avión momentos previos y segundos posteriores al impacto entre las aeronaves, lo primero que observé fue la eyección de los pilotos tan solo cuatro o cinco segundos tras el impacto, maravillándome el reflejo de estos, al procesar la información del momento y llegar a la conclusión de que la aeronave se encontraba perdida y no había nada más que hacer sino salvar la vida, caería como vil roca; en ese instante recordé desafortunadamente que hacía un par de años atrás, un evento similar a este, con el mismo tipo de aeronave había tenido lugar allí mismo, en la Base de Santa Lucía donde los pilotos abandonaron la aeronave tras dirigirla a un lugar seguro, deshabitado y sin riesgo para la gente que en tierra observaba.

En aquella ocasión el impacto se dio en un área sin personas, pero ahora al parecer, no se contó con esos segundos para controlar la nave ya que el choque se dio en las alas afectando el control del avión e inhabilitando la dirección de las mismas, con esta observación en mente lo siguiente era inferir que había fallado, el avión o el piloto; tomando en consideración que dentro de los lineamientos militares en aviación se encuentra el que tras sufrir un accidente se modifican los procedimientos de vuelo, buscando que este no se vuelva a repetir, queda la duda de que hubiese podido ser una falla del piloto, máxime que las condiciones prácticamente eran idénticas a la colisión del 2015, no obstante la investigación que ya debe encontrarse en curso determinara si fue un fallo humano o no; pasando ahora a la aeronave, el Beechcraft T-6C “Texan II” es un avión de última generación para el entrenamiento avanzado de pilotos militares, sin embargo surge la duda de si en realidad el avión disminuye su capacidad para ciertas maniobras acrobáticas y no de entrenamiento, recordemos en este caso a los ya veteranos Pilatus PC-7, los cuales también han formado parte de las escuadrillas acrobáticas de la FAM, a la fecha no han sufrido incidente alguno en maniobras similares a las que los “Texan II” llevan a cabo actualmente, esta situación es algo que tanto el personal de la Fuerza Aérea Mexicana como de la compañía fabricante Beechcraft determinaran en su momento.

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Lo que sí queda de manifiesto (una vez más) es que el Texan II en lo que se refiere a la seguridad de los pilotos es de primera línea y más específicamente al asiento expulsor Martin Baker, que posee características de diseño que le permiten activarse a pesar de que la aeronave se encuentre inclinada en prácticamente cualquier ángulo, estos cuatro pilotos han pasado a formar parte del “Ejection Tie Club” de Martin Baker, que unifica y reconoce por medio de una corbata a los pilotos que han salvado su vida al expulsarse en asientos eyectores de esta firma, si el evento se hubiese dado a bordo de los Pilatus PC-7 otra habría sido la historia ya que esta aeronave no cuenta con este tipo de asiento eyector.

Finalmente, la intención de este breve artículo es ilustrar las diversas situaciones que se pueden presentar durante un vuelo tanto acrobático o no en el ámbito militar y el cómo se debe procesar la información obtenida para no emitir descalificaciones tan solo porque no estemos de acuerdo con un régimen político o económico o con ideologías diferentes, recordemos que México es una nación tradicionalmente no militar y los recursos para la adquisición de material militar no son tan abundantes, como en otros países con intereses que demandan una fuerza aérea de última línea, a fin de cuentas nosotros no tenemos enemigos naturales solo vecinos incómodos.     

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