Por José Antonio Quevedo

En septiembre pasado tuve la oportunidad de visitar la nueva base aérea de Santa Lucía, ya que se llevó a cabo la feria espacial México la FAMEX 2021, para ser sinceros sólo fui dos días de los cuatro que había pensado asistir mucho en parte por lo reducido de la misma, al final era obvio que así seria por el cambio de sede, las cuestiones políticas y el Covid.

Al final ya no consideré necesario regresar a pesar del enorme atractivo de tener un espectáculo aéreo en ese lugar el sábado 25 de septiembre, aunque la cruda realidad es que no me quedaron muchas ganas de regresar por el tiempo invertido en llegar y el costo de llegar que incluye casetas de peaje además de que el espectáculo aéreo lo pude ver sin tantos problemas y sin tanta gente el jueves 23 de septiembre.

Aun así debo reconocer el gran trabajo realizado por el Cuerpo de Ingenieros de la Secretaria de la Defensa Nacional que construyeron una enorme base aérea militar con su pista militar y un aeropuerto con dos pistas en un tiempo sobresaliente.

Pensando en esos días que estuve en la zona de Santa Lucía y del tiempo y dinero empleado en llegar me pongo a imaginar ¿cuál es el atractivo para el pasajero de poder volar desde el aeropuerto ubicado en esa zona?, en las últimas fechas hemos oído hablar mucho de los incentivos a las aerolíneas ¿de cómo van a hacer esto?, ¿de cómo van a hacer aquello del espacio aéreo? etc, pero creo que los promotores del proyecto están olvidando una variable importante en toda esta ecuación; la del pasajero.

Para las líneas aéreas, el atractivo de volar a Santa Lucía radicaría en un tema de bajos costos operativos, e incluso recortar otros que inciden en el bolsillo de los pasajeros, como la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA), que en algunos destinos puede representar hasta la mitad del precio de un vuelo. Sin embargo, aun en ese escenario persisten las dudas para las aerolíneas que están proponiendo un modelo de negocio basado en los pasajeros de los alrededores de la ciudad de Pachuca, lo que se refleja en las ya anunciadas rutas: Cancún, Tijuana, Guadalajara y Monterrey, siendo una apuesta arriesgada por parte de las aerolíneas Volaris y Viva Aerobus.

Lo que si tengo claro es que se han olvidado de los pasajeros, los que serán los principales usuarios, para ellos, no hay nada, ni descuentos, ni rutas sin peaje, ni caminos sin congestionamientos viales, ni trenes sin transbordo ¿para qué pasar ese viacrucis si pueden llegar más rápido y más barato al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México el AICM?

Los pasajeros de la CDMX que quieran usar el nuevo aeropuerto tendrán una decisión difícil, dada la distancia y el costo, ya que cada traslado considerando solo el viaje de ida será mayor a los 50 minutos si es que se tiene la suerte de no encontrar embotellamientos, más un costo por casetas de unos 120 pesos, en este cálculo no estoy considerando el costo de la gasolina, ya ni siquiera pienso en un taxi en el que un viaje rondara más de $600 pesos dependiendo del punto de origen.

Aunque muchos me podrán decir que habrá metrobus y hasta un tren suburbano, la realidad es que los viajeros no tendrán a este aeropuerto como su primera opción, porque el traslado implica mucho tiempo y es costoso, pienso que una persona tal vez use el Aeropuerto una sola vez y no le quedaran ganas de regresar. Eso hará que los viajeros escaseen y la idea de complementar al AICM, nunca llegara a consolidarse, por la hasta ahora infranqueable barrera de la distancia.

Al final la oferta y la demanda será la que decidirá si este aeropuerto ayudara en evitar la saturación que actualmente sufre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) o quedara como un elefante blanco en medio de la nada.